viernes, 12 de abril de 2013

¿Qué es, entonces, la conciencia?


¿Qué es, entonces, la conciencia?

Esta entrada busca dar continuidad a la interrogante fundamental planteada 
en la publicación anterior de Transición Emergente: 
http://transicionemergente.blogspot.com/2013/04/sobre-la-produccion-de-la-conciencia.html

Después de los casi catorce mil millones de años que nos sugiere nuestra ciencia actual, la pregunta resulta, o tan pertinente como siempre, o más pertinente que nunca. En tiempos de transición, emerge como aquella que le hacía Absolem a Alicia en la obra de Lewis Carroll: “¿Quién eres Tú?”

Lo Absoluto nos interroga, y no hemos logrado responderle, después de los casi catorce mil millones de años que no son un error narrativo, pues podría parecerlo dado el hecho de que la humanidad que creemos conocer lleva muy poco tiempo caminando sobre este planeta.

Las alternativas que la filosofía occidental nos ofrece, en resumidas cuentas, parecen ser el idealismo y el materialismo, como analogía de la vieja cuestión sobre el huevo y la gallina: ¿qué es primero entre lo tangible y lo intangible? ¿cuál emana de su aparente opuesto?

…y el pensamiento oriental es algo de lo que “hay que olvidarse” según algunos profesores…

Transición Emergente se entiende como un reconocimiento a la elaboración y síntesis del conocimiento humano. El desconocimiento a este esfuerzo sería una arrogancia no compartida en este espacio. Sin embargo, busca también el replanteamiento de cuestiones a nuestro parecer de vital importancia para nuestra comprensión integral. Ante esto, Transición Emergente propone que:

La conciencia, parece ser un gran experimento auto-exploratorio en el que tú y yo, como individuos, no somos de mayor importancia. Nos recicla, de la misma manera que el suelo a las hojas de los árboles. Parece insensible ante la individualidad y profundamente abocada a la conectividad.  

La conciencia, entendida como una propiedad humana, de la que todo lo supuestamente externo es carente, se revela como un sinsentido bastante nocivo para nuestra comprensión de la realidad, y de nuestro funcionamiento dentro de la compleja biósfera que integramos.

Casi catorce mil millones de años es un sugerido de algo que no entendemos: tiempo. Ese en el que lleva desenvolviéndose algo sobrecogedoramente presto al orden y la armonía creadora que ha desembocado en vida. Aún más allá, la vida trabaja en función de su sostenimiento y de la incesante creación de formas cada vez más excelsas, formas capaces de sentir emociones sublimes y no utilitaristas, con el potencial de intervenir y co-crear su propia evolución.

Nuestro potencial creativo está siendo utilizado de forma contraria a lo que somos, y somos un reflejo de la conciencia. Somos células. No somos más que neuronas individualmente inservibles, pero nuestras relaciones son las sinapsis de una gran conciencia de la que todo lo que es vivo forma parte. Nuestra producción es un pensamiento, y los pensamientos afectan nuestros tejidos y nuestros sistemas inmunológicos, para bien o para mal.

La conciencia, esa que buscamos despertar, es un misterioso e inasible instante de catorce mil millones de años de edad. Transición Emergente no cree en ninguna revolución que no sea ese despertar. Es la única revolución capaz de reformular nuestra interpretación del mundo y de nuestro lugar en él. Es la única revolución capaz de reelaborar el aparato conceptual que sostiene nuestra realidad. Transición Emergente fija posición del lado de todos aquellos que hacen sinapsis por esa revolución, y que parece cada vez menos utópica. La defensa del status quo es un carácter cada vez más recesivo en la selección natural biológica de la conciencia.

El espíritu humano es el manifiesto de una conciencia evolutiva, y las instituciones actuales una prueba de que nuestra evolución es un diseño auto-experimental. Todo el producto ideológico institucional –político, religioso, etc-, causante de nuestra ilusoria convicción de separación y competitividad, dentro de una naturaleza claramente cooperativa y profundamente interconectada, es un recordatorio de que debemos dejar de gatear, para empezar a caminar. El tiempo humano es un guiño en el ojo del tiempo cósmico, y el siguiente paso, consiste en desmontar las mentiras que sostienen el sistema mundo actual, consiste en entender que no se trata de nosotros, no se trata del ego corporativo, ni del sistema monetario-financiero actual, se trata de una experiencia mayor que se autorregula en función del bien común. Eso es la conciencia, una que como sus reflejos, nosotros, contrae enfermedades que pueden ser curadas.

La conciencia, es esa intuición que despierta en nosotros la certeza de un mundo mejor para nuestros hijos y sus hijos, en el que la calidez de las relaciones humanas sea el trasfondo de nuestras construcciones. Uno donde el aire, el agua y la tierra sean respetados como entes inseparables de nuestra humanidad… de nuestra conciencia; donde los recursos energéticos naturales y el aprovechamiento tecnológico sean un derecho de nacimiento, y el sistema monetario sólo un recuerdo de nuestros primeros tropiezos.